domingo, 18 de septiembre de 2011

Aversión. Caminos de baldosas amarillas.


Caminando hacia el oeste, hacia tierras de esperanza y de vida, detrás de la muralla desolada de la humanidad, donde pensaba encontrar nada, encontré nada, y donde pensaba pasar el resto de mi vida, así lo hice.
Por el camino, encontré a un viajero.
Parecía extraviado.
Tenía una pinta vulgar, ropas raídas, barba larga y los pies descalzos, manos venosas y moradas a causa del frío.
Pero no era eso lo que me sorprendió.
Su rostro denotaba seriedad. Seriedad absoluta ante todo lo que se le interponía.
¿Qué tiene de especial la seriedad?
No es la seriedad lo que importaba.

Era la ausencia de miedo...
No hablaba mi idioma, pero teníamos una lengua común.

La aversión a las catástrofes que cambiaron nuestras vidas y acabaron con todo lo que nos importaba.
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Mira a tu alrededor.
Confía en tí mismo.
Escúchate...
Respira...
¿Ves el camino?

No, sólo ves niebla, niebla que nubla, niebla que inhibe, nubes que nublan con niebla y nubes con niebla que nublan y nieblan la inhibida vida nublada por las nubes de un día nuboso y nublado por la niebla.

Y te dices: No puedo ver nada, no podré ver el camino...

Te das por vencido sin ni siquiera haberlo intentado.
¿estás agusto?
¿Te sientes bien tras hacerlo?
No.
Sigue intentándolo, nunca desesperes.
Si desesperas, nunca seguirás intentándolo.
Nunca desesperes.
Siempre intenta.

¿Confuso? Quizá es eso lo que te ocurra.
¿Demasiado confuso para seguir? Esa es la niebla que te nubla.
Debes deshacerte de la niebla, porque la niebla te nubla.
Te nubla.
Y te niebla.

¿Recuerdas el sol? ¿Lo añoras?
Aquellos días en los que los caminos eran perfectamente visibles y sus baldosas amarillas brillaban con cada gota de rocío proveniente de una tormenta que acabó con la primera señal de confianza...

¿Recuerdas el paisaje? Era precioso, las montañas y los prados verdes humedecidos y acariciados por la brisa suave... casi tierna...

¿No? ¿No te suena?

Ah, tienes razón. Es que nunca has tenido claro tus sueños, ni el camino a seguir...
Una lástima, creía que no eras un borrego más de esta sociedad frustrada y seca por el árido sol del desierto.
Una lástima.

Prométeme, que intentarás mejorar, y que viajarás hasta encontrar, con suerte algún día, prados verdes de recuerdos y tierra mojada suave y cargada de sentimientos, que custodien como guardianes frente a ellos...

Un camino de baldosas amarillas...

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Un escritor inspirado, es un éxito comercial.
Un escritor frustrado, es un éxito moral.

Un saludo de uno de éstos últimos, Omar.

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