lunes, 30 de septiembre de 2013

Café






Sobre el café
de mediatarde
dejo caer el peso
de mi cuerpo.
El esqueleto al completo
cede ante mi asombro
y se desploma sobre el borde
de la taza.

A veces desearía ahogarme
entre la amargura
que sume a este café
y no a cualquier otro
o quemarme las entrañas
y por fin sentir el fuego
esa llama que arde y que
prende la vida
desde dentro y hacia fuera
pero ha pasado el tiempo
en el ocaso el café está ya frío

y tan solo.



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