jueves, 26 de julio de 2012

El paradero de la araña políglota.



Antes de nada, una cita aclaratoria.


El saber del no saber,
conocimiento de los límites
con los que pueden topar
nuestras narices.
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¿Quién puede sospechar,
quién puede sospechar del mismo aire,
cuando pasa rozando la ignorancia?

En el pueblo todo era una locura,
por aquí, aire, por allá aire.

Los habitantes escaparon,
escaparon más allá de la monotonía de sus historias,
salieron de las páginas de papel
de un periódico matinal,
dejaron entreabierta la puerta del quehacer,
para entrar en la del misterio,
entrar en una antigua cabina de teléfono,
para encontrar al viejo Sherlock que moría,
inactivo,
sin lupa ni bombín.

Las neuronas volaban de un lado para otro,
rebotaban en las paredes óseas,
que delimitan su universo.
Todos en el pueblo
buscaban una explicación
a la que nadie podía poner punto y final.

El interrogante residía en las afueras,
una pequeña casa,
de apenas un palmo de ancho,
y otro palmo de alto.

El pelotón de vecinos y curiosos
sólo dejaba al descubierto un cartel
que rezaba un mensaje,
en letras cuidadas y llenas de florituras,
aunque
inteligible.

La única pista factible,
los llevaba al comienzo,
comienzo de comienzos,
que hacen de esta historia,
un burdo resumen,
más un insulto.

La desaparición de aquella araña,
provocada por
la sublimación del cuerpo,
las hojas de los árboles,
la vieja de la esquina,
o el hombre del gas, que miraba raro.

Fuera.
Fuera lo que fuera.
Algo tenía que haber sido.
Alguien tenía que haber sido.
Artífice de un crimen perfecto,
sin puntas deshilachadas
de las que ir tirando.

Hasta el mismo momento,
Hasta el mismo momento cuando lo dijo.
Hasta el mismo momento cuando alguien dijo: 

"Será, que no sabemos suficiente."

Y entonces, de alguna manera,
entendieron el cartel,
entendieron el misterio.

Grito a la humildad, al conocimiento de los límites,
grito a la ignorancia y a la sabiduría del no saber,
que llegó traducido a mil y un idiomas,
a los oídos y al alma,
y el aire transportó los sonidos,
como susurros en los oídos,
como una araña,
políglota,
que nos habla para que entendamos.

Porque...


            ¿Quién puede sospechar,
            quién puede sospechar del mismo aire,
            cuando pasa rozando la ignorancia?




(Autoría de texto: Omar Hamido
Autoría de foto: http://markbulahao.deviantart.com/gallery/26454346#/d32hi4o)

1 comentario:

  1. Así somos los detectives de pueblo...
    No tenemos ni lupa ni bombín y nos tiran piedras xD

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