sábado, 15 de octubre de 2011

Raíles oxidados.


Todo parece no conducir a nada.
A la nada.
Nada se mueve, se mantiene,
como una nube de lluvia, que deja las gotas caer.

Los raíles sobre los que camino parecen oxidados.
Oxidados, rotos, desgastados...
Pero han soportado el peso de trenes que iban de un lugar a otro.
Han observado cada segundo todo lo que les rodeaba.

Pero ahora, no saben cuál es el camino.
Han olvidado cómo hacer lo que hacían.
Se han olvidado de todo.
Y ya de nada sirve.

Y si un hombre tratara de arreglarlos, de nada serviría.
Y si miles de hombres trataran de arreglarlos, de nada serviría.
Porque el tiempo ya ha hecho su trabajo, y no hay vuelta atrás.

Porque estos lazos están heridos de muerte,
porque necesito una mente abierta para evitarlo.

Porque los trenes no circulan sobre raíles oxidados...
Porque la vida es un tren sin frenos.
Porque pasa por nuestros raíles de vida,
y a veces descarrila.

Porque estos lazos están heridos de muerte.
Porque nada ayuda ahora.
Sólo observar.

Observar y callar.
Ante las vías.

Raíles oxidados.

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