jueves, 23 de febrero de 2012

Petrópolis.



Mirarte a los ojos.
Sentir tanto, que cada pedazo de carne de mi cuerpo,
tiembla, y te quiere con él.

Recorrer tus mejillas haciendo surcos en el aire,
notando tu suave tacto en mis dedos.

Entrelazar las manos.

Notar mi corazón volar, junto al tuyo, lejos,
en un lugar donde nada es todo y todo es nada.

Pensar qué decir, y elegir el silencio.
Y entenderte, en cada movimiento.
Siempre cerca de mi.

Aprieto mis dedos, y mi mente se estremece,
al oír la respuesta de tus latidos.

El atrevimiento es sólo un juego,
pero surge, cuando menos se espera.

El corazón me manda, y sólo puedo mirar tus ojos.
Sentirme cálido, en paz a tu lado.
Y que nada más importe, más que tú.

Decir un "te quiero" quebrado,
pues son las palabras más sinceras,
que jamás salieron de esta boca.

Y besarnos, no importa donde,
pues eres tú, la única habitante de mi corazón.

Agarrarte bien fuerte, y marchar lejos, muy lejos,
más allá de las montañas, y los mares.
El mundo perdido de los dos,

del que tú, tienes la llave.

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